sábado, noviembre 12, 2005

Soneto

El ritmo de tu cuerpo, amada mía,
florece entre mis manos anhelentes
que corren tus caminos delirantes
en busca de la frágil alegría.

La boca que te besa calmaría
sus ansias si tus besos susurrantes
llenaran los espacios mitigantes
del alma que se pierde en fantasías.

Tus piernas enredadas en mi alma
distraen la fortuna que me mata.
El dulce ronroneo de tu boca

trastorna mis sentidos, dicha loca,
revuelve pensamientos en la mata
de ensueño entre tus piernas que me calma.

luis david