¡Voto por voto...!

Salimos de Tlaxcala, Gaby, Iván y yo a la una de la tarde. La cita era en la explanada del Palacio de Bellas Artes a las cuatro de la tarde. Allí llegamos y nos encontramos con Emmanuel que llegaba de Tlaxcala tras de nosotros y luego con Maru y Gerardo.

Vimos llegar a los contingentes de algunas organizaciones políticas, estudiantiles y ciudadanos de a pie (¿existe tal cosa?). Así, entre Goyas, Güelums y consignas, buscamos a los demás, pero era punto menos que imposible encontrarnos con todos, así que decidimos caminar por Cinco de Mayo rumbo al zócalo.

Allí inició la aventura.



Al poco rato aparecieron Hilda (una hermosa muchacha con un celular injertado a la mano y la oreja), Elisa (bella y aguerrida como pocas) y Rovan (nada bello pero muy buen cuate).

Conforme nos íbamos acercando a la plaza nos dimos cuenta de que por todas las calles llegaban legiones de locos anhelantes como nosotros y que el Zócalo debía estar lleno para entonces... Como fue. Entramos como pudimos y, a duras penas, encontramos lugar en la gran plancha de concreto. De hecho quedamos frente a la Catedral en una esquina lejos del templete. Una gran pantalla de alta resolución nos habría de permitir más tarde enterarnos de lo que pasaba allá a lo lejos.

El ambiente era de fiesta. La gente iba entre optimista y enojada, pero con ganas de pasarlo bien. Tras de nosotros seguía creciendo la multitud que ya nunca lograría a entrar al Zócalo y se quedaría estacionada en las calles circundantes de la plaza.

Nos entretuvimos platicando y haciendo el recuento de las luchas y las esperanzas, de los encuentros y los planes, de la gran oportunidad de participar en una batalla por modificar la historia.

este cuento continuará...