Por qué no nos ponemos de acuerdo.
Foro de Discusión
la jornada
14/06/2005
Nada es tan bueno ni tan malo;
es el pensamiento el que lo hace tal.
es el pensamiento el que lo hace tal.
William Shakespeare.
He estado siguiendo con mucho gusto e interés la emocionante polémica que sostienen Blanca, Norma y los demás contra Luis Alejandro sobre el tema de la candidatura de López Obrador. Es una discusión apasionada en la que ambos recurren más a las descalificaciones que a los argumentos. A ratos se antoja que ya deberían de haberse dado cuenta de que sus posiciones no son tan diferentes y que nunca va a terminar la discusión porque con cada nueva descalificación abren más la brecha que los separa. Bueno, a José Luis lo han acusado hasta de guanajuatense (... y eso debe doler). Lo curioso es que si analizáramos con cuidado las explicaciones de cada cual sería fácil ver que todos tienen la razón... desde su punto de vista.
¡Un momento!... ¿cómo pueden tener la razón todos si defienden puntos de vista contrarios?... Eso es lo que voy a tratar de explicar si el griterío me lo permite.
La realidad ocurre fuera de nosotros, en el mundo exterior. Es todo aquello que existe y acontece y es independiente a nosotros. La percibimos a través de nuestros sentidos y no importa cual sea la apreciación que tengamos de ella, la realidad siempre va a ser filtrada y reinterpretada hacia nuestro mundo interior para transformarse en nuestro sistema de creencias y valores, nuestra cultura, nuestra experiencia, etc. Las cosas que percibimos, entonces, no tienen un significado en sí. Su significado se lo otorgamos nosotros de acuerdo a nuestras vivencias. Es como dice el proverbio árabe: “Lo que pueda significar un trozo de pan dependerá de tu hambre”.
Lo objetivo, por lo tanto, no existe para nosotros. Únicamente somos capaces de percibir aquello que logra traspasar nuestros filtros y, sólo entonces, nos formamos una opinión subjetiva (a la que llamamos “realidad objetiva”) y dormimos felices con la razón de nuestro lado.
Existe una diferencia irreducible entre le mundo y nuestra experiencia de él. Como seres humanos, nosotros no actuamos directamente sobre el mundo sino que, al percibirlo y filtrarlo nos formamos un modelo de la realidad, un mapa propio que nos permite transitar con familiaridad por nuestra vida. Recordemos que un mapa no es el territorio que representa. Un mapa de México, por completo que sea, nunca va a ser México. Nuestro país es su gente, sus culturas, sus climas, sus arroyos, sus pueblos, etc. Cada grano de arena forma parte de nuestro México y no es posible, y nunca lo será, percibirlo y conocerlo todo. La realidad, como nuestro México, es tan inmensurable ante nuestra pobre capacidad de percepción, que sin reducirla a niveles mínimos, viviríamos atorados y abrumados por la misma.
Nuestros sentidos trabajan veinticuatro horas al día y nos allegan tal cantidad de información que, de manera inconsciente, debemos simplificarla para poder operar en el mundo. Filtramos la información eliminando la mayor parte de ella (“dígame en donde estudió y allí decido si le creo”), la distorsionamos para adecuarla a nuestras creencias (“eso que dijiste significa que tú piensas que somos incultos”), y generalizamos para simplificar nuestra actuación en el mundo (“todos los policías son rateros, todos los políticos son corruptos, todos los guanajuatenses son ultraderechistas”).
Nuestros mapas, al ser una representación gráfica de nuestro modelo de la realidad, son de gran utilidad para nuestro diario existir en tanto nos demos cuenta de que son precisamente eso: un mapa. De lo contrario vamos a confundir el mapa con el territorio que representa y a vivir eternamente enfrentados con aquellos que se atrevan a pensar diferente. Pensemos en que nuestros hijos son diferentes y piensan diferente a nosotros (por eso discutimos tanto con ellos). Nuestra pareja percibe las cosas de manera distinta (por eso existen las desavenencias y los divorcios). Por eso mismo hay ideologías, culturas y religiones tan diversas. Por eso los valores occidentales tienen poco que ver con los orientales.
Ahí les va un buscapiés: ¿qué cultura es superior: la cristiana o la musulmana? Respuesta: depende a quien se lo preguntes.
Tender puentes es una bella metáfora que nos ayuda a relacionar nuestros mapas que, por definición, siempre van a ser heterogéneos.
Y por último una pregunta para reflexionar: ¿Cómo pensamos ganar una elección si en lugar de convencer a los que no piensan votar por nuestro candidato nos dedicamos a atacarlos y a descalificarlos?
Saludos
contreras
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