martes, julio 02, 2019

Décimas

Un fogonazo cobarde
al caer el mediodía,
y tu sangre se perdía
en el rumor de la tarde.
Es una llaga que arde
en nuestro pecho doliente,
es una mancha impaciente
que se estremece agorera
en la farragosa Higuera
de nuestro azote silente.


El arroyo en la quebrada
no pudo lavar tu herida,
ni pudo salvar tu vida
la visión esperanzada.
Más tu mano arrebatada
cual reliquia improcedente,
graba en la roca, insurgente,
la pisada de tu bota
y presagia la derrota
del imperio decadente.


luis david