viernes, septiembre 22, 2006

Oda

A Nicolás Guillén


Negro poeta de negros,
voz de manigua y de sol,
canto del llanto de Cuba,
canto de ritmo y tambor,
tumba la caña que arrumba
pedazos del corazón.

luis david

domingo, septiembre 03, 2006

Romance Sonámbulo

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Federico García Lorca en la voz de Rafael Alberti
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Manuscrito original del Romance Sonámbulo
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Ilustración original del Romance Sonámbulo
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Verde que te quiero verde.
Verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿Quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

-Compadre, quiero cambiar

mi caballo por su casa
mi montura por su espejo,
mi cuchillo, por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
ese trato cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
Ni mi casa, es ya mi casa.
-Compadre quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es mi casa.
-Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas;
¡dejadme subir!, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua
.
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristral
herían la madrugada
.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre!¿Dónde está, dime
dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuantas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Sobre rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento, Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
y el caballo en la montaña.

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sábado, septiembre 02, 2006

Décima Luna

I
Luna que roba el aliento
de mi noche sin fortuna,
oscuridad cual ninguna
en los confines del viento.
Soplo de luna violento
en el atajo escondido,
luna de rostro afligido
asoma entre la nube
de la calina que sube
desde mi pecho abatido.

II
Niebla de luna sangrante
que repta sobre la tierra,
viejos tambores de guerra
oscurecen mi semblante.
Sombra de luna jadeante
se arrastra por el camino,
polvos de paso cansino
obnubilan la razón
y empujan al corazón
a su funesto destino.

III
Luz de reflejos volantes,
faro de luz mortecina,
el paso de la neblina
por los entornos variantes
marca los fuegos tronantes
de mis eternos dolores.
Espejo de mis errores,
luna de la mar en calma,
onda que me parte el alma
y lastima mis amores.

IV
Luna de luz apagada,
puerto de mares oscuros,
viento que rompe los muros
de mi angustia acumulada.
Viso de luz azulada
anida bajo los montes,
matiza mis horizontes
con sus reflejos mortuorios
y pinta los abalorios
de mis ocultos Carontes.

V
Luna que siembra de penas
mis noches atormentadas,
los ecos de mis cañadas
se pierden en las arenas
de los despojos que apenas
descubro que se han perdido
y encuentro un mar teñido
de sangre que se derrama
desde mi pecho en la cama
de mi espíritu dormido.


VI
Lago de luna dormida,
reflejo de mis amores,
la brisa de mis dolores
dificulta la partida.
Sombra de luna perdida
entre los bosques dolientes,
nube de rostros presentes
hiere mi alma oscura
con la feroz quemadura
de mis recuerdos silentes.

VII
Luna que bebo a sorbos
en las noches estrelladas,
canto de las alboradas
que derriba mis estorbos,
luz que alimenta los morbos
de mis sueños escondidos,
ruta de rumbos torcidos
en la búsqueda del ser,
todo por volverte a ver
en mis senderos perdidos.

VIII
Luna que llena mi alma
de romances y suspiros,
voz que transforma los giros
de mi soledad sin calma,
luz que se filtra en la palma
de mi jardín olvidado,
cuento fugaz recordado
en los instantes de sueño,
triste corazón sin dueño
por tus besos estrujado.

IX
Luna que devela a fondo
la humedad de mis noches,
recuento de los derroches
que entre mis manos escondo.
Canto que me cala hondo
con su lamento profundo,
voz que me aleja del mundo
y retuerce mis entrañas,
lago de lunas extrañas
entre tus aguas me hundo.

X
Testigo de los despojos
que retuercen mi camino,
luna de mi cruel destino,
senda plagada de abrojos,
cruel ansiedad en los ojos
de tu apariencia moruna,
loca presencia de una
inmensidad encendida
que envuelve nuestra vida
en el brillo de la luna.


luis david